En estos tiempos en los que las ayudas a la Dependencia están en la cuerda floja y en el que los mayores y su esperanza de vida parecen ser el mayor de los males y los culpables de que no se sostengan los servicios públicos, quiero reivindicar el derecho a la vida, a la vejez con dignidad, a la autonomía y plena realización de las personas sea cual sea su patrón de «normalidad», al empleo de todos los que más que por salida profesional, por humanidad, respeto, ética… Cuidamos de los que a día de hoy tanto han sufrido para que gocemos de libertades, derechos y (por qué no) obligaciones para con el prójimo.
No importa si nos vamos a jubilar con 67 o con 75, si lo haremos aquí o a miles de kms, todos tenemos mayores en nuestras familias, familiares, amigos (o nosotros mismos) con capacidades diferentes y TODOS aspiramos a morirnos de viejos después de vivir en la luz y no mendigando un paracetamol a la puerta de una farmacia y un pañal limpio.
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